A tres meses de las elecciones presidenciales, el mandatario francés escandaliza a la nación con una expresión soez que no solo es un mensaje de salud pública, sino también uno político.
PARÍS — Ante el aumento de los casos de coronavirus impulsado por la variante ómicron, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, dijo el miércoles que quería “joder” a millones de sus ciudadanos que se niegan a vacunarse, expulsándolos de los espacios públicos del país.
Al escandalizar a la nación con un insulto a tres meses de las elecciones presidenciales, Macron estaba transmitiendo no solo un mensaje de salud pública, sino también uno político. Parecía estar calculando que aprovechar la creciente ira pública contra los no vacunados tenía más recompensas electorales potenciales que el riesgo de enfadar a una minoría antivacunación cuyo apoyo tiene pocas esperanzas de conseguir.
Utilizando su lenguaje más agresivo hasta ahora para instar a vacunarse a las personas reacias a hacerlo, Macron dijo que no los “metería en la cárcel” ni los “vacunaría a la fuerza”. Pero dejó claro que quería hacerles la vida más difícil.
De este modo, Macron, un jugador político empedernido que hace cinco años se convirtió en el líder más joven del país, inició de manera efectiva su campaña por la reelección el miércoles al trazar una línea nítida entre sus partidarios y sus oponentes. También alejó la conversación de temas como la inmigración y el islam, que han dominado la contienda política hasta ahora y que son ventajosos para sus rivales más fuertes, de derecha y extrema derecha.
Macron buscaba claramente aprovechar un filón político valioso que sus homólogos se han mostrado más cautos en explotar: el enfado de la mayoría de los vacunados con una minoría que se niega a vacunarse y que ocupa las camas de los hospitales de manera desproporcionada. Más del 77 por ciento de los franceses, y el 92 por ciento de los mayores de 12 años, han recibido al menos dos dosis, según el gobierno.