Icono del sitio EnfoqueMusical

Un ‘movimiento sísmico’ fractura a los evangélicos y un pastor abandona su hogar

FORT SMITH, Arkansas — En el otoño de 2020, el pastor Kevin Thompson dio un sermón sobre la dulzura de Dios. En algún momento, hizo una breve comparación entre un Dios amoroso y al alcance y las celebridades distantes e inalcanzables. Sin recurrir a apuntes y con la Biblia en la mano, dio algunos ejemplos simples: Oprah, Jay-Z, Tom Hanks.

Puesto que la iglesia apenas abría de nuevo para sus servicios religiosos presenciales, el pastor no supo cómo fue recibido su sermón. La asistencia fue escasa y era difícil percibir si sus bromas tenían algún efecto, o si su congregación —compuesta por grupos familiares que estaban separados por tres asientos y otras personas que lo veían por internet— seguía atenta.

Así que le sorprendió cuando dos miembros de la iglesia manifestaron su inquietud por la breve referencia que hizo el pastor sobre Hanks. Una joven le mandó un mensaje de texto muy preocupada; otra persona insinuó que la referencia a Hanks era una prueba de que a Thompson no le importaba el tema del tráfico sexual. El pastor pronto se percató de que esos temores eran producto de la extendida teoría conspirativa de QAnon, la cual afirma que esa estrella de cine forma parte de una red de pedófilos de Hollywood.

Durante décadas, Thompson, de 44 años, había estado seguro de que conocía a la población de Fort Smith, una ciudad pequeña escondida bajo un recodo del rio Arkansas a lo largo de la frontera de Oklahoma. Thompson nació en el hospital más antiguo de esa ciudad, asistió a escuelas públicas de la localidad y se crio en una iglesia bautista que lo alentó a comenzar a predicar cuando era adolescente. Thompson supuso que viviría en Fort Smith por el resto de su vida.

Pero ahora ya no estaba tan seguro. “Jesús habla de cómo él es la verdad, de lo importante que es la verdad”, dijo Thompson en una entrevista. “Cuando pierdes la noción de verdad, has perdido todo”.

Un momento político en el que la Corte Suprema parece estar a punto de anular el caso Roe contra Wade parece una era triunfal para los evangélicos conservadores. Pero hay grietas cada vez más profundas debajo de ese ascenso.

En todo el país, las iglesias evangélicas blancas de teología conservadora, que antes estaban cómodamente unidas, se han visto enfrentadas por muchas de las mismas cuestiones que dividen al partido Republicano y a otras instituciones. La perturbación, el miedo y la separación física a causa de la pandemia han exacerbado todas las grietas.

Muchas iglesias son endebles y la asistencia es menor que antes de la pandemia; las congregaciones se encojen, así como el porcentaje de estadounidenses que se identifican como cristianos. De acuerdo con un nuevo sondeo de la encuestadora evangélica Barna, el 42 por ciento de los pastores protestantes señaló que, durante el año pasado, había pensado seriamente renunciar al ministerio de tiempo completo, una cifra que había aumentado 13 puntos porcentuales desde el comienzo de 2021.

Michael Emerson, un sociólogo de la Universidad de Illinois en Chicago, dice que se aproxima un “movimiento sísmico”, con el cual las iglesias evangélicas de gente blanca se dividen en dos grandes grupos: los que adoptaban las políticas y los mensajes propios del expresidente Donald Trump, entre ellos las alusiones a teorías conspirativas, y los que querían transitar por un camino diferente.


En muchas iglesias, esto implica que habrá nuevos enfrentamientos entre los líderes consolidados y los creyentes comunes y corrientes.

A veces las rupturas llegan a las primeras planas, como cuando Russell Moore, un notable bautista del sur, abandonó su denominación en 2021 después de criticar públicamente a los partidarios evangélicos del expresidente Trump e instar a los cristianos a vacunarse contra el coronavirus. Pero más a menudo, las rupturas son más silenciosas: un pastor que se muda a otra iglesia para evitar una gran confrontación, o que cambia de carrera sin llamar la atención.

Cuando Thompson salió del seminario y regresó a Fort Smith a principios de la década de 2000, la iglesia Community Bible era un lugar interesante en el cual trabajar. Inspirada por las megaiglesias suburbanas en crecimiento, como la Saddleback del sur de California y la Willow Creek de Illinois, la Community Bible ofrecía música moderna, servicios religiosos multimedia y promoción destinada a “captar adeptos” entre las personas que no solían asistir de manera habitual a la iglesia.

“A mí me interesaba la vitalidad espiritual”, comentó Ed Saucier, el pastor fundador de Community Bible. “Quería que fuera divertido, atractivo y tuviera un propósito diferente”. Saucier casi nunca hablaba de manera directa desde el púlpito sobre las elecciones ni las políticas públicas. Era fácil no hacerlo. A la iglesia asistían principalmente personas blancas y en su mayoría conservadoras. Estaban de acuerdo en lo que consideraban los grandes temas y al parecer había pocos motivos para abordar los pequeños. “Yo usaba un poco de sentido común”, señaló Saucier. “Si no puedo hacer que algo mejore, tal vez no deba meterme en eso”.


Su filosofía no era excepcional. A pesar de su posición como bloque electoral de influencia, la mayoría de los evangélicos estadounidenses blancos nunca ha estado a favor de mezclar lo político con lo religioso. En muchos ambientes evangélicos, “lo político” significa tendencioso o corrompido, que es algo opuesto a “lo bíblico”.

“Lo que me encantaba y era tan estimulante de este ministerio era que no había nada de política”, recuerda Sara Adams-Moitoza, miembro de la iglesia desde hace mucho tiempo y propietaria de un centro comercial boutique en Forth Smith. “Nunca, nunca, nunca, nunca, nunca”.

Thompson siempre se había interesado por la política, pero no era un activista. Se veía a sí mismo como parte de la corriente evangélica contemporánea convencional, un movimiento que incluía a personas como el prominente pastor neoyorkino Tim Keller y la maestra bíblica Beth Moore, que eran teológicamente conservadores y escépticos a la hora de enredarse con cualquier partido político.

Thompson se sigue considerando conservador. En casi todas las elecciones importantes ha votado por el Partido Republicano. Admira a Mitt Romney y a la familia Bush y es conservador en cuestiones de género y orientación sexual, aunque no hace hincapié en eso con mucha frecuencia.

Cuando Thompson asumió el cargo de pastor titular después de seis años como pastor adjunto, de inmediato adquirió popularidad dentro de la congregación. Jim Kolp, uno de los feligreses fundadores, recordó un sermón que dio Thompson sobre “el fruto del espíritu”, basado en un pasaje del Nuevo Testamento que menciona cualidades, como la amabilidad y el autocontrol, que demuestran que el Espíritu Santo está trabajando en la vida de un cristiano. Este sermón hizo que Kolp analizara su costumbre habitual de escuchar a Rush Limbaugh. “Nunca me había puesto a pensar, ‘¿esto tiene que ver con el fruto del espíritu?’”, comentó Kolp. “Dejo de escuchar a este hombre enojado”. Ya no volvió a sintonizarlo.


Pero a lo largo de los años, hubo algunas rupturas sutiles entre Thompson y su congregación, como las de una costura que se jala por ambos lados.

Si hablaba en contra del aborto desde el púlpito, Thompson se dio cuenta de que la congregación no tenía ningún problema con ello. Los miembros eran mayoritariamente contrarios al aborto y veían al tema como una cuestión de dogma bíblico. Pero si hablaba de raza de forma que incomodaba a la gente, eso era “política”. Y, sospechaba Thompson, era una prueba para algunos miembros de la congregación de que Thompson no era tan conservador como pensaban.

El descontento con el enfoque de Thompson comenzó con la campaña presidencial de 2016. El pastor escribió una publicación en su blog que no criticaba a Trump por su nombre, pero cuyo punto era claro: “Muchos de los que pensaban que Bill Clinton era el Anticristo ahora hacen campaña por un hombre que haría sonrojar a Bill Clinton”, escribió.

En 2020, cuando Thompson escribió en su blog que “Las vidas negras importan”, de pronto los desacuerdos en su iglesia parecieron más como una crisis. Por años, había estado hablando y escribiendo con cierta frecuencia sobre temas raciales. Había contratado a Jackie Flake, un pastor negro, para dirigir una nueva subsidiaria de la iglesia en el área norte de Fort Smith, donde existe diversidad racial. En 2015, participó en una exitosa iniciativa para cambiar el símbolo de “Johnny Reb” (la personificación nacional de los estados del sur de Estados Unidos y también de los Estados Confederados de América durante la guerra de secesión) como mascota de su antigua escuela secundaria. Pero la frase “Las vidas negras importan” molestó mucho a algunos fieles.

Kolp mencionó que a él le parecieron demasiado negativas las amplias conversaciones sobre el racismo propiciadas por Thompson. Estados Unidos tiene una historia de racismo, comentó. Pero “si nunca hubiera habido comercio de esclavos, ¿estarían todavía en África? ¿Tendrían puestos importantes?”, preguntaba refiriéndose a la gente negra. “Y ahora nuestro pastor habla de eso y ¿entonces nosotros somos automáticamente racistas nada más por ser blancos?”.

De hecho, los sermones de Thompson no eran incisivos. En determinado momento afirmó: “Si de alguna manera fueron educados como yo, hay cierta intolerancia en su interior” y alentó a los oyentes a buscar otros puntos de vista diferentes a los suyos.

Su amigo Steven Dooly, un exoficial de policía blanco con dos hijos negros, lo instaba a veces a hablar más directamente sobre la justicia racial. Pero sabía que Thompson estaba en una posición difícil. “No te gustaría ver cómo se desmorona una iglesia por unas pocas líneas en un sermón”, dijo.


Sin embargo, para muchos pastores cuyo conservadurismo coincide con el de sus congregaciones, hablar con franqueza tiene poco costo. Algunos pastores conservadores se encuentran ahora con que sus congregaciones no desean una charla cuidadosa y conciliadora, sino una respuesta audaz a lo que consideran amenazas crecientes del mundo secular.

La reputación de Thompson sí parecía estar cambiando. Una mujer de la ciudad envió un correo electrónico a su grupo de estudios de la Biblia en el verano de 2020, en el que advertía que él estaba promoviendo una “agenda progresista de izquierda”. Cuando Thompson la invitó a reunirse con él, señalando que era un invitado frecuente de Focus on the Family Radio y difícilmente izquierdista, ella lo acusó de estar en deuda con “la agenda marxista” y la “agenda Black Lives Matter”.

Cuando el verano pasado le llegó una oferta de trabajo para ser pastor asociado en una iglesia más grande en el área de Sacramento, Thompson aceptó.

Thompson esperaba que el próximo líder de la iglesia pudiera predicar “la misma verdad” sin el bagaje que se había acumulado a su alrededor. Pero también se preguntaba cómo dirigiría la próxima generación de pastores. Los seminarios se están reduciendo, y muchos en su propia congregación parecían considerar que su formación teológica era lo que lo convertía en “liberal”. La próxima generación podría tener menos formación, y estar más inclinada a convertir las iglesias en “una cámara de eco de lo que la gente quiere”.

Meses después de su partida, la iglesia Community Bible seguía decidiendo su futuro. “Todavía se están yendo algunas personas, pero todo está bajo control”, comentó en diciembre Saucier, el pastor fundador. El líder interino de la iglesia es Richy Fisher; esta primavera, la junta directiva de la iglesia propuso que él asumiera el cargo de manera permanente y el 22 de mayo habrá votaciones en la congregación.

Mientras tanto, la población de Fort Smith tiene más opciones que cuando Thompson llegó a Community Bible. Han aparecido en la ciudad iglesias más nuevas y llamativas en el sentido estético. Una subsidiaria de New Life, una iglesia presente en muchos lugares con más de 15 centros en todo el estado, está casi al frente.

Un domingo reciente, la congregación de New Life escuchó un sermón basado en el libro de Daniel.

“Estados Unidos ya no es un país cristiano”, decía el pastor, con lo que estaba transmitiendo el mensaje de combatir la enorme presión de la cultura para cambiar “lo que decimos, la manera en que criamos a nuestros hijos, cómo y cuándo podemos rezar y lo que es el matrimonio”. El título del sermón era “Mantengámonos firmes”.

Salir de la versión móvil