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La Copa Mundial de la FIFA está en pleno apogeo. Como era de esperar, cada haitiano apoya a un equipo de su elección. Solo hablamos de partidos, goles, jugadores. Soñamos con una gran final y una copa para nuestros potros.
Eso es del lado de la cancha.
Del lado del jardín, los problemas continúan. Están empeorando. Unos empujan a otros. Anuncia desgracias aún más dramáticas.
En la zona de Source Matelas, en la salida norte de Port-au-Prince, se produjo una nueva masacre. 12 muertos, al menos, en la población civil. Durante semanas, las actividades en la zona han sido interrumpidas por pandillas, sin provocar una reacción por parte de las autoridades.
La inflación en septiembre se elevó al 38,7%. Un nivel raro, de la memoria de los economistas. El alto costo de la vida golpea todos los bolsillos en una admirable resignación de las víctimas.
El dólar se cambia en ciertos puntos del territorio a 150 gourdes por un billete verde. De nuevo, una primicia en nuestra historia reciente. El cambio y la inflación son dos plagas que carcomen la vida en Haití.
El pan, el alimento básico de la población, se está convirtiendo en un auténtico lujo. Cuando no es muy caro, es muy ligero y consiste sobre todo en productos químicos para inflar la poca harina que se le pone. La harina es rara. Por los bandidos que entorpecen la producción de las fábricas y la circulación de productos por nuestras carreteras. La harina es escasa y cara.
La inseguridad aumenta. No pasa un día sin un caso impactante.
La Policía Nacional de Haití es discreta. Ya no oímos hablar de vehículos blindados canadienses ni de todas las fabulosas promesas de desarrollo de capacidades que han estado floreciendo desde enero de 2022 en el hipotético fondo del baloncesto.
Parece que la gente de todas partes quiere más sangre y muerte antes de intentar la contención.
Sólo el embajador de Haití en los Estados Unidos de América se atreve a decir que nada marcha bien en Haití.
La clase política ha dejado de andar en círculos. Ella solo está flotando en el agua. El gobierno está satisfecho con su destino y sus partidarios internacionales aceptan su postura.
Esta semana, el presidente francés, Emmanuel Macron, está en Washington. En otros tiempos, cuando se reunían los presidentes estadounidense y francés, Haití en crisis tenía un pequeño lugar en su conversación. Este año, incluso en la Cumbre de la Francofonía en Túnez, el presidente Macron no tuvo una palabra para Haití.
Además, es toda la Unión Europea la que da la impresión de desvincularse de Haití. Son innumerables los diplomáticos que se han movido y abandonado el expediente de Haití. Los pocos que quedan guardan silencio.
La crisis haitiana está como olvidada. Por haitianos y por amigos de Haití. Esperando el próximo episodio catastrófico.